Opinión

¿Peste o quimera?

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One-fifth of London’s population perished in the plague of 1665.
Image: Wellcome Collection, by Robert Pollard, 1755-1838

Por: José Luis Ramírez

Si las notas mas dramáticas de las pestes que han asolado al mundo llegaban en barcos con su mortal carga biológica, diezmando a la población, hoy la locura y el pánico vuela en internet y viaja en primera clase. El contagio de pánico y biológico se sucede en horas o segundos, lo que antes sucedía en meses o años.

El nivel de información rebasa nuestro asombro. Pero nunca como ha ahora, se puso a prueba el poder de la comunicación. El mundo paró sin la gente en la calle, sin un disparo, sin una guillotina. Las banderas rojinegras de la huelga mundial no fueron necesarias, solo el miedo a la muerte dejó desiertas las calles, y el egoísmo se quedó atrincherado en casas de todos tamaños. La peste hizo en días lo que miles de líderes sociales y políticos no pudieron hacer en decenas de años, frenar nuestro deseo consumista, frenar nuestra natural inclinación a consumir o producir mucho de lo que no necesitamos. Dejamos de generar basura al aire libre y el mundo dejo de toser.

Las pestes han existido siempre. Y como la he apuntado, se frenan con distanciamiento social, cuarentena, higiene y alimentación. Desde luego, la responsabilidad de evitarlas y atenderlas es de los Estados. La peste no surge sola, sabemos que los desequilibrios antinaturales son origen de la multiplicación y proliferación de especies dañinas. Caso concreto las pulgas de las ratas. Pero tenemos versiones modernas como la gripe aviar, la gripe porcina, surgidas de la brutal concentración de estas especies en condiciones inhumanas. Y azar o infortunio, terminan por infectar a los granjeros “humanos”.

 

La ecuación biológica, tampoco ha cambiado con el tiempo, y ahora es una narrativa de uso común: el gen A se cruzó con el gen B, y mutó rápidamente a una versión quimérica devastadora. Siempre la última versión es mas mortal que la anterior. Por ejemplo la gripe de Hong Kong en 1968, es un angelito al lado del COVID 19, es decir la enfermedad provocada por el viejo SARS –un polígamo contumaz- que hoy se apareó con el CoV (2). Esta mezcla nos ha subido la temperatura a nivel de fiebre mortal. Y claro, también multiplicó su velocidad a megabeats gracias a la fibra óptica, y llegó con todo su furia a matarnos de miedo desde el ordenador o el teléfono móvil.

Esta última quimera biológica – para este caso, monstruo fabuloso de la mitología griega, que se representa con cabeza de león, cuerpo de cabra y cola de dragón-, no tiene un origen cierto, sus progenitores son el rumor y un apartado lugar de China. Pero lo cierto es que hoy tenemos una enfermedad letal llamada COVID 19, como en lo narra Edgar Allan Poe, en su relato, La muerte de la Máscara Roja, ni ricos ni pobres están a salvo, aun dentro de palacios, o modestas casas de infonavit, digo yo.

Algunos malpensados, dicen que es una arma biológica; otros que forma parte de una guerra económica entre China y Estados Unidos, para frenar al tigre asiático. Lo cierto, y nos consta es que el miedo a la muerte por el contagio del COVID 19, ha generado prácticamente la paralización de actividades en todo el mundo. Idea totalmente impensable, es mas, ni en la ciencia ficción alguna vez se pensó en la globalización del miedo. Ni las guerras mundiales, generaron el cierre de fronteras entre países, regiones o localidades como lo estamos viendo ahora.

El shock global nos ha llevado a la inexcusable tarea de unirnos en familia, a ser limpios, a mantener una sana distancia, pero la cuarentena también nos ha obligado a pensar en la incapacidad económica que tienen cientos de miles familias para sobrevivir, a la peste china. Nos ha obligado a pensar en la capacidad de producción, distribución, comercialización de alimentos, frente a desesperados consumidores que día con día agotan sus reservas alimenticias.

Desde la televisión se magnifica la letalidad del COVID-19, pero no se magnifica la capacidad de respuesta institucional. En el caso de nuestro dulce y bello rancho, el gobierno municipal, prácticamente solo dio el grito de “sálvese el que pueda, y agarre lo que pueda”. La representación del interés ciudadano y el encargo de generar el bien común, lo dejaron en el escritorio. Me recuerda otra frase de los clásicos, “no hay peor político que un político muerto por coronavirus”, desde luego, sería un muy mal ejemplo.

Y bueno, la pregunta pertinente, es ¿en manos de quién queda el riesgo sanitario, en manos de quién queda la administración de servicios? ¿En manos de quién queda el orden y el bienestar de la ciudad? No le voy a decir nada nuevo, usted lo sabe, estamos desde un par de años viviendo con el temor de la violencia y el crimen, que el coronavirus solo nos vino a reforzar la percepción de que tenemos un gobierno genéticamente manipulado para la ineficacia y la estupidez.

La peste desde luego no solo es un riesgo sanitario, es un fenómeno que impacta el empleo, el ingreso; que pone en riesgo la sobrevivencia de empleados y empleadores, comercios, industrias, talleres y toda la columna económica de una ciudad. Pero eso no se ha entendido, bueno, el director de Jumapa, Mauricio Michaca Tapia, es uno de los primeros afectados en su salud mental, no comprende la importancia de mantener el suministro de agua potable como otra de las columnas fundamentales para evitar la propagación del coronavirus. No entiende que estamos viviendo eventos extraordinarios. Eso es un reflejo de la ceguera de la administradora del municipio.

Si los murciélagos chinos son la fuente del COVID19, es un tema que ya resolverán los científicos, pero aquí, urge un liderazgo con autoridad moral y política que tenga la capacidad de coordinar los esfuerzos de todos los sectores sociales para enfrentar de manera organizada la posibilidad del desabasto de alimentos, la caída del ingreso. Se requiere de un gran equipo con capacidad de anticipar hechos, como  posible resultado de la violencia  y el crimen, y ahora por el coronavirus, que puede generar conductas indeseadas en una sociedad muerta de pánico.

El impacto por la escasez de alimentos, puede agravar la tensión y los efectos sanitarios. Hay que entender que el ingreso disminuirá a niveles críticos en las personas que dependen de la economía informal, y formal.  Se requiere una visión sensible para que el efecto de la cuarentena no sea peor que la causa. Urgen medidas de protección social, por ejemplo, empezar a preparar lotes de despensas, comedores comunitarios, atención especial a grupos vulnerables, solo por citar algunos casos.

La decisión de mandar a descansar a su casa a los servidores públicos que tiene una responsabilidad social, es dejar inerme a la ciudadanía.  No estamos hablando de la burocracia, sino de aquellas instituciones que pueden ser un factor de apoyo y alivio a problemáticas que empezarán a generarse. El gobierno municipal está desaparecido, y eso  que  la peste no ha tocado suelo celayense.

Revolcadero.

Y las tinieblas, y la corrupción, y la Muerte Roja lo dominaron todo. Edgar Allan Poe.

 

 

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