Por: Adrián Avendaño / Pintura de Aurora Reyes (1908-1985) primera pintora muralista mexicana.
En nuestro país, no todas las personas saben que la llamada “violencia de género”, involucra más de un género y que hay una diferencia importante entre hablar de estudios de género, estudios feministas y estudios de la mujer. Por lo general y de forma ordinaria, cuando las personas que desconocen estos temas escuchan dichos términos suelen interpretar de manera unilateral su significado.
Parece entonces, por ejemplo, que todas las feministas rechazan la participación política de los hombres en sus movimientos, que todas las mujeres que estudian a las mujeres son feministas y que toda la violencia de género es violencia de los hombres hacia las mujeres… Estas malinterpretaciones o radicalismos, pecan de una vieja falacia epistemológica llamada “falso dilema”.
Existe (y de forma barbárica), una violencia ejercida por muchos hombres hacia muchas mujeres, eso por desgracia es innegable en nuestro país y aquellos que inmediatamente después de escucharlo afirman que también las mujeres son violentas son sospechosos de querer justificar las acciones de nuestro sexo. Sí, también las mujeres son violentas. Pero afirmar la violencia de las mujeres hacia los hombres, frente a la violencia de los varones hacia las mujeres es cómo enfrentar a Odiseo con Polifemo. Las mujeres responderán, como Odiseo ante el horror.
El 8 de marzo apoyaré a mis compañeras en su movimiento, observando desde la periferia, guardando silencio y escuchando, haciendo eco de sus peticiones, es importante que los varones aprendamos a escuchar y respetar los espacios de expresión de otras personas, aún sí no estamos totalmente de acuerdo con sus ideas.
A título personal considero que, en otro momento y en otro espacio, habría que recordar también la violencia ejercida por aquellas personas que, sin importar su sexo biológico, su identidad de género o su orientación y su práctica sexual, hacen uso del poder y de la fuerza desde posiciones de privilegio. Ahí no importa si son hombres o mujeres, gays o heterosexuales, ahí lo que importa es que su posición les permite subyugar a otros y otras, les permite actuar con alevosía y ventaja, les permite acceder a los espacios donde el resto de los ciudadanos no podemos acceder.
Existen lugares (universidades) en el país, donde las compañeras que se dicen mujeres y feministas no son precisamente subalternas… Al menos no todas; especialmente si se han casado con el director de la institución, el coordinador de alguna carrera, el diputado de algún partido o simplemente el hombre con autoridad, el soberano…
Y mientras algunas van a marchas y se rasgan las vestiduras recordando a las Femen, otras (pocas) gozan del privilegio de ser mujeres en el poder sin mover un solo dedo para mejorar las condiciones de desigualdad en las que muchas otras como ellas siguen viviendo. Algunos de nosotros, que como hombres nos hemos dado cuenta de esta situación, hemos fomentado a veces sin querer y a veces queriéndolo, la competencia desleal entre las mujeres. Ellas estarán ocupadas en sus pequeñas luchas de poder para acceder a ese pequeño espacio que nosotros a veces como autoridad social, política, académica, moral (o todas las anteriores) les hemos dejado.
Con los varones homosexuales pasa lo mismo, con las mujeres lesbianas también, sólo dense una vuelta por las coordinaciones y controles escolares de algunas universidades… Hay varones cuya condición homosexual no les impide acceder a espacios de poder político y que jamás han movido un solo dedo para apoyar a aquellos que han sido discriminados debido a su orientación.
La razón de todo esto puede ser sencilla de enunciar: Hombres, mujeres, homosexuales, trans, quimeras, etc., todos hemos sido educados de la misma manera, todos vivimos bajo la sombra de un mismo régimen ideológico, el del capitalismo avanzado que nos incita a competir entre nosotros, a vernos como rivales, a trabajar, trabajar y trabajar buscando la posibilidad de ganar más, más y más para consumir más, más y más…
Mi amiga solía decir, parafraseando a Chayo, que “existe la creencia de que las mujeres son hipócritas, pero nos olvidamos muy fácilmente de que hipocresía es la respuesta que da el oprimido al opresor”. El olvido señor, señora, maestro, maestra, alumno o alumna, el olvido es un peligro. Así que no olvidemos cómo surge el Día Internacional de la Mujer, no olvidemos cómo inician los movimientos feministas y los estudios de género. No olvidemos que todos somos parte del problema de violencia que hay en el mundo y que entre todos debemos buscar soluciones.