CulturaOpinión

De la voz a la tinta Ranas: el canto de la lluvia

Spread the love

Por: José Luis Ramírez     

Las ranas y los sapos desde la visión científica o religiosa del origen de la vida y de los seres humanos, empieza con una diferencia de segundos. ¿Paradoja, ironía? Mas allá de eso, lo cierto es que la vida de cualquier especie esta asociada, y se presupone una a otra.  En las culturas originarias de américa, las ranas y los sapos tienen un carácter mítico, que las coloca En el centro de la explicación de fenómenos como los ciclos de lluvia que traen la abundancia de alimentos, y con ello el bienestar.

Las ranas y los sapos para nuestros ancestros eran considerados como los mensajeros  o representantes del Dios de la lluvia, eran los “Tlaloques”. Los mayas los consideran sagrados y hasta la fecha no se les ataca ni se les depreda. Su consumo en algunas culturas, esta vinculado a fiestas de celebración de la cosecha. Las ranas son anunciadoras de la vida, mientras que el canto del sapo puede atraer los huracanes. Estamos despertando a los sapos.

En el año 1981,  Alan Pounds, llegó a Costa Rica, para estudiar la población de la rana arlequín. Y encontró que el sapo dorado ya estaba extinto. Dos especies endémicas de la zona desaparecidas en un tiempo tan corto, no era normal. Con el apoyo de 75 especialistas en el tema, estudiaron los patrones de desaparición en el resto de la región y encontraron coincidencias.  El análisis mostró que el 80% de las desapariciones de ranas sucedieron en un año muy caliente, lo que demostró que el declive de las poblaciones se dio en años cálidos. Era un patrón que evidenciaba el cambio climático, y con él, una estela de fenómenos que afectarían la flora y la fauna, al punto de llevar a la extinción, en este caso a las ranas arlequín y al sapo dorado. La modificación de la temperatura, generó el desarrollo de patógenos mortales como hongos, capaces de afectar a estos anfibios. Estas revelaciones se hicieron públicas en el año 1999.

En el 2003, se reunieron en Costa Rica especialistas de la región de México y Centroamérica, para evaluar la desaparición critica de anfibios que estaba atacando Mesoamérica. Esa reunión arrojó datos reveladores del impacto climático: prácticamente la mitad de las ranas, sapos, salamandras y caecilios se encontraban en peligro de extinción y algunos de ellos, ya habían desaparecido.

En ese tiempo se conocían 669 especies de anfibios y había información sobre 539 como para evaluar su estado de conservación. Se corroboró que 257 especies se encuentran amenazadas con la extinción, lo que representa el 48% de las especies documentadas. Sobre otras 130 especies no se tenía información, pero se infería que la tendencia fuera la misma

En ese momento se advirtió que 81 especies de anfibios se encontraban en  peligro crítico de extinción. Esto equivalía al 15% de las especies evaluadas y es la más alta categoría de la Lista Roja general de especies en peligro (CITES).

Desaparecidos oficialmente

Para ese tiempo, la Lista Roja de anfibios para Mesoamérica, declaró oficialmente extintas cuatro especies de anfibios: el sapo dorado de Costa Rica (Bufo periglenes), dos ranas de lluvia en Honduras (Eleutherodactylus milesi y Eleutherodactylus chrysozetetes), y una salamandra de México (Ambystoma lermaense).

El efecto rana, aunque no se oiga mejor que “mariposa”, revela como la desaparición de especies afecta el equilibrio de los ecosistemas, la biodiversidad, al punto que casi 13 años después, el cambio climático afecta la vida, la estabilidad económica y social de grandes regiones del planeta.

Las enfermedades y la contaminación del aire y del agua son otras causas que ponen en peligro a estas especies, y a sus eslabones alimenticios. La idea de proteger áreas que albergan la flora y la fauna, ha dejado de ser una noción romántica para empezar a ser una necesidad apremiante para salvaguardar la vida de los seres humanos.

La parte sur de nuestro país, sobre todo Chiapas, alberga las poblaciones más grandes de anfibios sobre todo de ranas y sapos. La vida y la cultura de los nativos de esa región están asociadas a la rana como dadora de vida, no solo en el tema de su visión de la creación del mundo, sino también desde el punto de vista material, es alimento y medicina. Por eso, para ellos, el orden, el equilibrio en la selva, no solo es un asunto de pertenencia o propiedad sino de identidad y trascendencia en esta vida.

Ya no se puede pensar que un hueco dejado por una rana en el planeta, no afectará la vida de la humanidad. Por eso es urgente parar la depredación de los refugios de las ranas y los sapos, que a su vez, son el refugio de otras especies.

Defender el croar de una rana, es hoy una razón de vida. Entre el cielo y la tierra, se oye el canto de las ranas, el canto de la lluvia y la vida.

De la voz a la tinta.

You may also like

Leave a reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

More in:Cultura