Opinión

Doble o nada

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José Luis Ramírez. IMPUESTOS LÍQUIDOS

En diciembre del 2016, escribí sobre la importancia del IEPS a bebidas azucaradas, y a los alimentos chatarra. Era un impuesto a modelos de consumo “alimenticio” necesario como los de las bebidas alcohólicas y los cigarros. Los dos últimos no habían causado tal estrago a la salud como la comida “chatarra”.

Recordemos que el 18 de octubre de 2013, se aprobó el Impuesto Especial Sobre Producción y Servicios, de un peso por litro a las bebidas azucaradas. El criterio de lo recaudado, fue contemplado para destinarlo a agua potable e instalación de bebederos en escuelas, espacios públicos y zonas rurales.

En su primer año de aplicación -2014-, la SHCP recaudó 18 mil 255 millones de pesos Para 2015, el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas, de la Cámara de Diputados, estimó una recaudación de 18 mil 271.1 millones de pesos.

La recaudación de dos años arrojó una cifra de 36 mil millones 526.1 millones. Lo cual, debiera ser canalizado a la idea que dio origen al impuesto, pero, ingresó íntegro al presupuesto de la Federación y salíó achicado a través de la SEP, en el Programa de Reforma Educativa.

De acuerdo al presupuesto asignado al Programa de Reforma Educativa, de sus fondos debe destinar el 15% a la instalación y mantenimiento de bebederos escolares. Este 15% del PRE, en el 2014 fue de 1mil 135 millones de pesos, y en el 2015 fue otra cantidad similar, lo cual representó un total de 2mil 270 millones de pesos. Dinero de impuestos que no se tradujo en una sola gota de agua para ninguna escuela durante ese tiempo. Es decir, primero se les ocurrió recaudar dinero, y luego como gastarlo.

Haciendo un ejercicio comparativo entre lo recaudado por el IEPS a bebidas azucaradas en esos dos primeros años, y el monto final destinado a agua potable y bebederos escolares, existe una diferencia de 34mil 255.9 millones de pesos que no se aplicaron al propósito original. ¿Por qué los recortaron? ¿A dónde los destinaron?

De este ballet de los millones nunca tuvimos claro su destino. En el Proyecto de Presupuesto de Egresos 2016, el Gobierno federal destinó otros mil 144 millones de pesos para la instalación de los dispensadores de agua –recortados del ingreso total del IEPS a bebidas azucaradas-. Se supone, que tendrían 3mil 414.1 millones de pesos etiquetados para el llamado Sistema Bebedero, sumando las tres primeras anualidades, hasta el 2016.

Uno de los sectores de la población más afectados por el consumismo alimenticio, es la población escolar. Tuvo que volverse inocultable la epidemia de obesidad, para desarrollar una política pública de consumo de agua en las escuelas, vía la instalación de bebederos como una posible respuesta para frenar o disminuir la ingesta de azucares en bebidas, grasas y harinas refinadas en alimentos, pero su respuesta ha sido lenta, burocrática y desatinada de manera institucional.

En mayo del 2014, la SEP reformó, mediante decreto la Ley General de la Infraestructura Física Educativa para que “se garantizará la existencia de bebederos suficientes y con suministro continuo de agua potable en cada inmueble de uso escolar”.

Se fijó un plazo no mayor de 180 días al Instituto para emitir los lineamientos en materia de bebederos escolares y calidad de agua para consumo humano en las instalaciones del Sistema Educativo Nacional. En la reforma se estableció un plazo máximo de 3 años, para que cuenten con la infraestructura de bebederos de agua potable el sistema educativo.

Esta ley también obliga a que los planteles educativos particulares, deban instalar bebederos en cantidad suficiente a su matrícula, en un plazo máximo de 18 meses. Su plazo se venció, sin que hasta la fecha las escuelas privadas hayan reportado el cumplimiento de esta obligación constitucional.

En diciembre del 2015, 19 meses después, el titular de la Sep, señaló que el sistema bebedero desarrollado por el INIFED beneficiará a más de 1.9 millones de estudiantes, y que la meta de ese gobierno era instalar 40 mil bebederos en las escuelas del país. La primera etapa, fue el ciclo escolar 2015-2016, y se preveía la instalación de más de 11 mil. Finalmente ese mismo día se anunció que se publicaron en el Diario Oficial de la Federación los lineamientos para la instalación de bebederos.

Con respecto a su adquisición, se señaló, que los procesos licitatorios referentes a esos sistemas están programados para iniciar a finales de enero de 2016. Y desde luego, después vendrá el proceso interno que deberán cubrir las escuelas nominadas para recibir este beneficio.

En medio de una epidemia silenciosa y paulatina de enfermedad en niños y jóvenes –no olvidemos que en el 2016, 400mil niños padecian diabetes I, y II-, la SEP, generó un proceso burocrático y administrativo, cuando el INIFED ya tenía lineamientos, procesos licitatorios porque los bebederos forman parte de la infraestructura escolar y es uno de sus objetivos básicos. Además, ya contaba con un historial de instalaciones de bebederos y en su agenda contemplaba programas como Escuela Digna, a donde simplemente se tenían que redirigir los recursos. Pero, retorcieron la aplicación del gravamen a las bebidas azucaradas, hasta lo impensable. Pero eso no fue todo.

A finales del 2017, las estadísticas oficiales señalaban que del total de planteles públicos –solo pre-primaria, primaria y secundaria-, el 48.8 por ciento carece de drenaje, 31 por ciento no tiene agua directa, 11.2 no cuenta con energía eléctrica y 12.8 no tiene baños. Con esa lógica que les caracteriza, hicieron una política pública al revés, primero contemplaron los bebederos, sin considerar que su objetivo prioritario –en el mayor de los casos- no contaba con agua, drenaje, ni energía eléctrica. La idea de favorecer las zonas de mayor atraso social, sin atacar los problemas de fondo, advertían de un laberinto para encubrir el destino de esos recursos.

Recordemos que el último censo SEP-INEGI reveló que en el país existen 179,437.2 escuelas públicas, y 28,244.7 escuelas privadas, en total 207 mil 682 escuelas, de las cuales 42.5 por ciento son primarias, 40.1 por ciento son de preescolar y 16.7 por ciento secundarias. Su matrícula es de 23millones 562mil 183 estudiantes, solo en educación básica.

Ahora bien, las sumas y restas básicas nos dicen que los alcances del Sistema Bebedero eran y son muy limitados en cuanto al número de alumnos y escuelas beneficiadas por año, e incluso, si ese fuera el plan para los tres años que le restaban al gobierno de Peña Nieto, no alcanzarían a beneficiarse ni el 25% del total los alumnos, ni el de las escuelas -suponiendo que las escuelas tuvieran la infraestructura para su colocación y arranque-. Nuevamente, el montaje mediático de políticas públicas con tintes propagandísticos quedaba al descubierto.

Ha finalizado el sexenio de Peña Nieto, hay tres años de oscuridad en el uso del IEPS, y aquello que fue una política pública para enfrentar la obesidad y la diabetes, que involucraba miles de millones de pesos, hoy está en un hoyo negro. Los impuestos se fueron al agua, y no precisamente a la salud de los niños y de la gente.

Revolcadero. La ciudadana Paniagua, ha cerrado la puerta al consenso y la opinión de los regidores, sus decisiones unipersonales son el resultado del caos administrativo. Seguir cambiando directores malos por peores, no es buena señal.

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