
Por: Historiador Carlos Francisco Rojas Gómez
Se aproxima otra de las festividades más importantes de la cabecera municipal de Comonfort, estos 31 de agosto y 1 de septiembre el barrio de los Remedios se prepara para vivir de un modo totalmente distinto, un acontecimiento sin precedentes, la fiesta de Nuestra Señora de los Remedios, “la fiesta chica”, la fiesta litúrgica; pues la grande, la feria del pueblo es en noviembre.
Entre estos dos días Comonfort estaría recibiendo a miles y miles de peregrinos en su visita al Santuario de Nuestra Señora de los Remedios, pero en esta ocasión las celebraciones, por lo menos como se han estado realizando durante los últimos años, se vieron afectadas por la pandemia de COVID-19 que ha provocado la suspensión de las danzas, las procesiones y otras celebraciones litúrgicas masivas, los juegos mecánicos y los puestos que año con año son deleite de muchos y molestia de algunos.
Pero hay que decirlo, una cosa es lo que ya dispusieron el gobierno municipal y las autoridades religiosas para evitar la reunión de muchas personas y otra muy diferente lo que termine sucediendo, y por lo que ya se ha visto con otras festividades, la congregación de personas parece inevitable. Seguramente en estos días, y a pesar de la invitación de no asistir, estarán llegando algunos peregrinos; unos tratando de cuidarse atendiendo las medidas sanitarias y otros haciendo caso omiso.
Una cosa es segura, quienes lleguen estarán motivados por su cariño, devoción y tradición a la pequeña imagen de Nuestra Señora de los Remedios; sentimientos heredados por sus padres y abuelos, relacionados con un milagro, con un favor recibido o bien para solicitar alguno de éstos. Esta histórica relación entre esta advocación mariana y el pueblo tiene sus orígenes hace casi 330 años cuando un español llegó a residir en el pueblo de San Francisco Chamacuero y con él traía a esta venerada imagen.
Agustín Castillo era el nombre de aquel personaje que “andando peregrinando en estas tierras”, como lo menciona en el acta de donación que se elaboró para solemnizar y legalizar la entrega a los naturales de Chamacuero. El documento forma parte del libro de la Hermandad de Nuestra Señora de los Remedios de Chamacuero, resguardado por el Centro de Estudios de Historia de México, de la Fundación Carlos Slim, y está fechado el 13 de septiembre de 1690 y entre los testigos que firman se encuentran algunos vecinos del pueblo, principalmente hacendados, el teniente del pueblo y el alcalde mayor de la ciudad de Celaya, jurisdicción a la que pertenecía Chamacuero.
Agustín Castillo menciona que la imagen de bulto que tiene en su poder fue un regalo de su hermano, el franciscano fray Antonio Castillo quien la trajo de España. Un fragmento de dicha acta dice lo siguiente:
” […] los naturales y principales de este Pueblo la han recibido y me la han pedido con obligación de ha[c]erle capilla y santuario como lo tienen puesto en efecto [s]eñalado sitio y comenzado a disponer para su efecto y con [dicha] mira y del devoto afecto con que lo hacen en aquella vía y forma que mejor haya lugar, les hago gracia y donación de dicha hechura pura, mera, perfecta e irrevocable con todos los requisitos, vínculos y firmeza que a su validación sean necesarios con renunciación que hago de todas las leyes que me puedan favorecer para deshacer dicha donación”.
A partir de ese momento la Virgen de los Remedios se quedó en el pueblo de Chamacuero, como un obsequio a los indígenas, que fueron quienes la solicitaron a Agustín Castillo y quien al observar el devoto afecto que le tenían tuvo a bien hacer la donación. Es muy importante considerar esta particularidad, pues explica en parte las grandes muestras de devoción que persisten hasta nuestros días y que muy pocas imágenes religiosas tienen en nuestro municipio. La Virgen es entregada a los naturales para que éstos le hagan una capilla y allí le muestren su fervor y reconocimiento, es decir la imagen no fue entregada a ninguna congregación religiosa, o sacerdote secular, ni tampoco a ninguna persona en particular, la imagen fue donada a la República de indios del Pueblo de Chamacuero. Esto influyó en la rápida expansión de su culto en la región, pues entre las comunidades indígenas se establecían y aún lo hacen, vínculos y relaciones en las que se invita, acompaña y participa de la fiesta de las comunidades.
Casi en el olvido esta historia sobre los orígenes de la devoción a Nuestra Señora de los Remedios comienza ahora a ser difundida, dando luz a la historia colonial de Comonfort, reforzando la identidad del pueblo mágico y encontrando motivos para que si en este año no se pudo realizar como se acostumbra, el siguiente (y deseando y pidiendo a la Virgen de los Remedios que esta situación acabe) volvamos a festejar como siempre.